La participación activa de la sociedad civil en iniciativas de colaboración público-privada y en modelos de gobernanza multiactor, que representan una innovadora forma de interacción entre el gobierno y la sociedad, ha adquirido una creciente importancia en la promoción del desarrollo sostenible. La sociedad civil emerge como un actor clave en el entramado de la gobernanza democrática, en un contexto donde se enfatiza la noción de una «licencia social para operar», el papel como «pilar social del desarrollo sostenible» y la adopción de la «responsabilidad social empresarial», entre conceptos afines. Es evidente que la sostenibilidad se ha convertido en el eje central tanto de la gestión pública como privada.

No obstante, la noción de «relacionamiento con la sociedad civil» o «inclusión de la sociedad civil» puede generar inquietudes en las estructuras de gobernanza multiactor. Algunos de los temores más comunes incluyen la posible dificultad para gestionar expectativas, el riesgo de encontrarse con grupos poco dialogantes y la inestabilidad de las organizaciones sociales, entre otros. A menudo, se pasa por alto el verdadero significado de la colaboración, que radica en el acto de trabajar conjuntamente para alcanzar un objetivo común. Tanto el sector público como el privado, así como las organizaciones de la sociedad civil, deben estar dispuestos a escucharse, adaptarse y colaborar en un diálogo que arroje resultados tangibles. Esto, implica comprender que todas las partes interesadas persiguen sus propios fines, por lo que el diálogo debe comenzar desde una base de entendimiento común en la que puedan alinear sus expectativas y comprender los alcances de la instancia.

Por otro lado, la colaboración implica la búsqueda de puntos comunes, la capacidad de diálogo y la disposición al consenso. Sin embargo, no todas organizaciones tienen una vocación dialogante, sin perjuicio de lo anterior, a la hora de buscar un relacionamiento efectivo es fundamental comenzar por quienes se encuentren abiertos al diálogo.

Aunque es cierto que integrar a las organizaciones de la sociedad civil en colaboraciones multiactor presenta ciertos desafíos, también conlleva beneficios al fomentar la sostenibilidad de empresas, organizaciones e instituciones. Mantener un vínculo con la sociedad civil contribuye a la creación de capital social y confianza entre los actores de un ecosistema, facilita la generación de soluciones legítimas y adaptadas a las realidades locales, posibilita la adaptación temprana a cambios sociales y tecnológicos, impulsa la descentralización y empoderamiento a nivel local, garantiza la representación y diversidad de intereses, entre otros aspectos.

En última instancia, una colaboración efectiva entre el sector público, privado y la sociedad civil, donde todas las partes desempeñen un papel activo y propositivo, es esencial para avanzar hacia una sociedad más sostenible basada en la creación de valor compartido.

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